EL TEXTO ARGUMENTATIVO
El texto argumentativo está
compuesto por una estructura que inicia con una introducción en la que el
argumentador intenta captar la atención del destinatario y despertar en él una
actitud favorable. A esta le sigue la tesis, que es la idea en torno a la cual
se reflexiona, y por último el desarrollo que está formado por una serie de
pruebas, inferencias o argumentos que sirven para apoyar la tesis o refutarla.
Por lo general pretenden
convencer al receptor, de las opiniones o tesis sostenidas por el autor. Tiene
un carácter dialógico, y es necesario tener en cuenta el destinatario para así
seleccionar los argumentos más adecuados, teniendo un orden jerárquico de
estos. Sus temas son controvertidos y polémicos y pueden apoyar su tesis
incluyendo fragmentos de textos expositivos.
Así, que creo es de gran
importancia, ya que es obvia la necesidad de este texto para situaciones tan
normales como de carácter intrapersonal (como entrevistas laborales o
discusiones), de carácter social (como cartas, artículos de opinión, anuncios
publicitarios, etc.) hasta para situaciones tan técnicas y académicas como
artículos de investigación, sentencias, demandas, instancias, exámenes,
trabajos académicos, etc.
Ejemplo:
La polémica sobre los
niveles de vida en la Revolución Industrial.
La Revolución Industrial ha
sido considerada el hecho más importante en la historia de la humanidad desde
el Neolítico. Consistió en una serie de cambios que afectaron no sólo a la
industria sino al conjunto de la actividad y la organización económica y
social. A partir de ella aumentó la producción de todo tipo de bienes y cambió
la forma de producirlos.
La familia y el taller que
eran antes las unidades básicas de producción de bienes, fueron sustituidos por
la fábrica, caracterizada por la concentración de obreros y el mayor volumen de
producción debido a la utilización de máquinas.
Los historiadores no se
ponen de acuerdo en una cuestión que es objeto de polémica desde fines del
siglo pasado: cómo influyó la Revolución Industrial a corto plazo en los
niveles de vida de la clase trabajadora.
Los optimistas, por el
contrario, opinan que la Revolución Industrial fue beneficiosa, no sólo a largo
plazo, sino también para las personas que protagonizaron sus inicios. Afirman
que no se deben idealizar las condiciones de vida en las comunidades rurales
tradicionales y que, a pesar de la dureza de la sociedad industrial, ésta
brindó trabajo y medios de promoción profesional a todo el mundo, de forma que
aumentaron los salarios y los niveles de consumo de los trabajadores.
La polémica sigue hoy viva
porque en ella se mezclan no sólo datos cuantitativos sobre niveles de salarios
y de consumo, sino también puntos de vista y valoraciones diferentes sobre la
forma de vida y trabajo en la sociedad industrial y capitalista.
J.
A. García de Cortázar y otros.
EL TEXTO DESCRIPTIVO
El texto descriptivo tiene
una estructura no definida mientras que sea una descripción no científica, ya
que puede incluir desordenadamente datos muy subjetivos; más en un texto
académico, en cambio, las descripciones sólo admiten datos objetivos y
comprobados, ya que el orden es esencial y debe emplearse necesariamente un estilo
objetivo, claro y conciso. Se establece un tema, presentando el objetivo como
un todo; se da una caracterización, distinguiendo cualidades y/o propiedades; y
por último se hace una relación con el mundo exterior, estableciendo lo que se
refiere a las asociaciones con el espacio y el tiempo.
Consiste en explicar cómo es
alguien, un sentimiento, un animal o un objeto. Mediante este tipo de texto
pintamos con palabras, definimos las características de aquello que
describimos. Pretende que el lector
obtenga una imagen exacta de la realidad que estamos transmitiendo en palabras,
una especie de “pintura verbal”.
Lo creo de gran importancia y
realmente necesario por sus utilidades como el poder transmitir lo que pensamos
y creemos de algo o alguien; para con el mostrar un proceso o para que
técnicamente explicar una característica de algo que intentamos representar.
Ejemplo:
Fragmento de Tormento de
Benito Pérez Galdós
Tengo muy presente la
fisonomía del clérigo, a quien vi muchas veces paseando por la Ronda de
Valencia con los hijos de su sobrina, y algunas cargado de una voluminosa y
pesada capa pluvial en no recuerdo qué procesiones.
Era delgado y enjuto, como
la fruta del algarrobo, la cara tan reseca y los carrillos tan vacíos, que
cuando chupaba un cigarro parecía que los flácidos labios se le metían hasta la
laringe; los ojos de ardilla, vivísimos y saltones, la estatura muy alta, con
mucha energía física, ágil y dispuesto para todo; de trato llano y festivo, y
costumbres tan puras como pueden serlo las de un ángel.
Sabía muchos cuentos y
anécdotas mil, reales o inventadas,
dicharachos de frailes, de soldados, de monjas, de cazadores, de navegantes, y
de todo ello solía esmaltar su conversación, sin excluir el género picante
siempre que no lo fuera con exceso. Sabía tocar la guitarra, pero rarísima vez
cogía en sus benditas manos el profano instrumento, como no fuera en un
arranque de inocente jovialidad para dar gusto a sus sobrinas cuando tenían
convidados de confianza.
Este hombre tan bueno
revestía su ser comúnmente de formas tan estrafalarias en la conversación y en
las maneras, que muchos no sabían distinguir en él la verdad de la
extravagancia, y le tenían por menos perfecto de lo que realmente era. Un santo
chiflado llamábale su sobrino.
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