viernes, 27 de septiembre de 2013

EL TEXTO ARGUMENTATIVO


El texto argumentativo está compuesto por una estructura que inicia con una introducción en la que el argumentador intenta captar la atención del destinatario y despertar en él una actitud favorable. A esta le sigue la tesis, que es la idea en torno a la cual se reflexiona, y por último el desarrollo que está formado por una serie de pruebas, inferencias o argumentos que sirven para apoyar la tesis o refutarla.

Por lo general pretenden convencer al receptor, de las opiniones o tesis sostenidas por el autor. Tiene un carácter dialógico, y es necesario tener en cuenta el destinatario para así seleccionar los argumentos más adecuados, teniendo un orden jerárquico de estos. Sus temas son controvertidos y polémicos y pueden apoyar su tesis incluyendo fragmentos de textos expositivos.

Así, que creo es de gran importancia, ya que es obvia la necesidad de este texto para situaciones tan normales como de carácter intrapersonal (como entrevistas laborales o discusiones), de carácter social (como cartas, artículos de opinión, anuncios publicitarios, etc.) hasta para situaciones tan técnicas y académicas como artículos de investigación, sentencias, demandas, instancias, exámenes, trabajos académicos, etc.

Ejemplo:

La polémica sobre los niveles de vida en la Revolución Industrial.

La Revolución Industrial ha sido considerada el hecho más importante en la historia de la humanidad desde el Neolítico. Consistió en una serie de cambios que afectaron no sólo a la industria sino al conjunto de la actividad y la organización económica y social. A partir de ella aumentó la producción de todo tipo de bienes y cambió la forma de producirlos.

La familia y el taller que eran antes las unidades básicas de producción de bienes, fueron sustituidos por la fábrica, caracterizada por la concentración de obreros y el mayor volumen de producción debido a la utilización de máquinas.

Los historiadores no se ponen de acuerdo en una cuestión que es objeto de polémica desde fines del siglo pasado: cómo influyó la Revolución Industrial a corto plazo en los niveles de vida de la clase trabajadora.

Hay una opinión pesimista, según la cual la Revolución Industrial fue una verdadera catástrofe social, que destruyó formas de vida tradicionales e impuso a grandes masas de población el traslado a las ciudades y unas condiciones de trabajo mucho peores que las que existían antes.

Los optimistas, por el contrario, opinan que la Revolución Industrial fue beneficiosa, no sólo a largo plazo, sino también para las personas que protagonizaron sus inicios. Afirman que no se deben idealizar las condiciones de vida en las comunidades rurales tradicionales y que, a pesar de la dureza de la sociedad industrial, ésta brindó trabajo y medios de promoción profesional a todo el mundo, de forma que aumentaron los salarios y los niveles de consumo de los trabajadores.

La polémica sigue hoy viva porque en ella se mezclan no sólo datos cuantitativos sobre niveles de salarios y de consumo, sino también puntos de vista y valoraciones diferentes sobre la forma de vida y trabajo en la sociedad industrial y capitalista.

J. A. García de Cortázar y otros.


EL TEXTO DESCRIPTIVO


El texto descriptivo tiene una estructura no definida mientras que sea una descripción no científica, ya que puede incluir desordenadamente datos muy subjetivos; más en un texto académico, en cambio, las descripciones sólo admiten datos objetivos y comprobados, ya que el orden es esencial y debe emplearse necesariamente un estilo objetivo, claro y conciso. Se establece un tema, presentando el objetivo como un todo; se da una caracterización, distinguiendo cualidades y/o propiedades; y por último se hace una relación con el mundo exterior, estableciendo lo que se refiere a las asociaciones con el espacio y el tiempo.

Consiste en explicar cómo es alguien, un sentimiento, un animal o un objeto. Mediante este tipo de texto pintamos con palabras, definimos las características de aquello que describimos. Pretende que el lector obtenga una imagen exacta de la realidad que estamos transmitiendo en palabras, una especie de “pintura verbal”.

Lo creo de gran importancia y realmente necesario por sus utilidades como el poder transmitir lo que pensamos y creemos de algo o alguien; para con el mostrar un proceso o para que técnicamente explicar una característica de algo que intentamos representar.

Ejemplo:

Fragmento de Tormento de Benito Pérez Galdós

Tengo muy presente la fisonomía del clérigo, a quien vi muchas veces paseando por la Ronda de Valencia con los hijos de su sobrina, y algunas cargado de una voluminosa y pesada capa pluvial en no recuerdo qué procesiones.

Era delgado y enjuto, como la fruta del algarrobo, la cara tan reseca y los carrillos tan vacíos, que cuando chupaba un cigarro parecía que los flácidos labios se le metían hasta la laringe; los ojos de ardilla, vivísimos y saltones, la estatura muy alta, con mucha energía física, ágil y dispuesto para todo; de trato llano y festivo, y costumbres tan puras como pueden serlo las de un ángel.

Sabía muchos cuentos y anécdotas    mil, reales o inventadas, dicharachos de frailes, de soldados, de monjas, de cazadores, de navegantes, y de todo ello solía esmaltar su conversación, sin excluir el género picante siempre que no lo fuera con exceso. Sabía tocar la guitarra, pero rarísima vez cogía en sus benditas manos el profano instrumento, como no fuera en un arranque de inocente jovialidad para dar gusto a sus sobrinas cuando tenían convidados de confianza.

Este hombre tan bueno revestía su ser comúnmente de formas tan estrafalarias en la conversación y en las maneras, que muchos no sabían distinguir en él la verdad de la extravagancia, y le tenían por menos perfecto de lo que realmente era. Un santo chiflado llamábale su sobrino.

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